Cada uno de nosotros
es un universo de puntos de vista,
nutriéndose, al rozarse apenas,
con otros universos...
expandiéndose.


La primera vez, buscamos intuir ese otro aura (primigenio) que el creador intuyó para su objeto; nos adentramos en un territorio inexplorado, fallamos una y otra vez en el contacto, recibimos lentamente lo que el silencio nos transmite. Este encuentro inicial es un cruce de puentes, es un establecimiento de simpatías. Y no alcanza.

Por eso, luego de una primera y agotadora sesión, dejamos descansar cada objeto en su forma material; pero también en su forma sutil de fotograma. Al regreso, nuestra creatividad, ese motor que desde lo existente se pone en marcha para añadir lo que late un poco en la cabeza, pero más en la intuición de cada uno, es la que dará el estacazo final.

Todo comienza a fluir, decimos no tener ideas, pero ellas surgen, se lanzan, a borbotones, con seguridad, con luces y sombras, con aciertos y errores, con nuestra energía a pleno, y esa es la fotografía, el acto mágico, la plenitud del encuentro.


Melina Medrano

Medrano | Casabella | 2015